Si la noche empezaba fría y oscura el juego del Skonto la tornó caliente y brillante.
La plantilla a tope tanto de jugadores como de motivación empezó el partido, el Skonto bien posicionado, serio y muy seguro de sí mismo practicando un futbol control.
Con infructuosos ataques, que se iban sucediendo en el área de Atlètic Internacional (un nombre bien apropiado al equipo), el Skonto llevaba el peso del juego y si iba desgastando, los jugadores iban teniendo demasiadas ansias por marcar.
Llegó lo que sucede cuando se descuidas la defensa, una de las pocas contras del Internacional aliada con la ya mencionada descolocación de la defensa del Skonto y sumada al milagro del delantero azulón, qué desde una posición escorada, propino un potente xut, hico que el balón entrara frotando el larguero, sin que Richard, el portero pudiera hacer nada para neutralizarlo.
Con este resultado de 0 a 1 se llegaría a la media parte. Este resultado que no reflejaba ni meritos del Skonto, ni la conformidad o poco juego del rival.
En la segunda parte el Skonto jugó al FUTBOL. La plantilla creyendo en la posibilidad de remontar el resultado ya que el juego del partido era suyo. Supo sobreponerse al resultado adverso, a los tacos y codos del contrario y el arbitraje del hombre de negro. El árbitro tuvo una noche para NO recordar, ya que se le podría haber ido el partido de las manos, para darse cuenta solo había que ver las señales de guerra que lucían los jugadores Skontonianos.
Después de muchos intentos y con toda la carne en el asador, a falta pocos minutos para el desenlace, llegó el merecido Gol del Skonto, de un lanzamiento de falta directa realizada por Pardo, hizo que el esférico entrase como cañonazo por el palo del portero.
Aun hubieron varias ocasiones más antes del pitido final que no hicieron desequilibrar el resultado. Lo que sí hicieron es que los jugadores del Skonto dejasen el césped orgullosos del esfuerzo realizado.
Skonto hizo lo que tenía que hacer, creer, luchar y jugar.